El principio comienza ahora ¡¡¡¡

Hay un dicho circulando desde no hace mucho tiempo que dice algo así como ¡ Si no tienes un blog no existes! , del cual podemos hacer un símil del famoso ¡Cogito ergo sum!.

Pues a ello, a Bloggear con B mayúscula.

Vamos a empezar ...., uhm,umh, ¿ Cómo que vamos a empezar? ¿Cuál es el fin con este blog?
Pues aún lo desconozco pero esperemos que no desista en esta tarea , que le encuentre la utilidad necesaria para que vaya creciendo con el tiempo y a parte de servir para ser "un "algo" en la internet , lo utilizaré como "site" donde colgar ocurrencias de todo tipo, curiosidades,noticias interesantes, etc...

Utilizaremos el parrafo anterior como bandera de la misión.

Trás esta breve introdución , la carrera de este blog ya¡¡

miércoles, 5 de marzo de 2008

La Batalla de las Termópilas




Año 480 aC. Siguiendo con la política expasionista del Imperio Aqueménida, Jerjes I, emperador persa, se propuso conquistar Grecia y, tras reunir un ingente ejército de centenares de miles de hombres, y planificar cuidadosamente la logística de la campaña, inició las hostilidades. Los griegos, reunidos en confederación, planearon enviar un limitado contingente de tropas a algún puesto avanzado, fácil de defender, para detener el avance persa, mientras se organizaba la defensa en retaguardia. Atenas quería detener la invasión como fuese y consiguió convencer a Leónidas I, rey de Esparta, para que participase en la primera defensa de Grecia.

La batalla más importante se celebró en un lugar llamado valle de las Termópilas. Allí esperó a los persas un ejército compuesto por 300 hoplitas espartanos (a los que hay que sumar otros 600 ilotas, pues cada espartano llevaba dos siervos a su servicio), 500 de Tegea, otros 500 de Mantinea, 120 de Orcómeno y 1.000 hoplitas del resto de Arcadia: 400 de Corinto, 200 de Fliunte, 80 de Micenas, 700 tespios y 400 tebanos, además de 1.000 focenses y todos los locros.

Según las fuentes clásicas griegas, los soldados persas conformaban un ejército que oscilaba entre los 250.000 y el millón de efectivos. Sin embargo, la formación compacta e impenetrable de la falange griega era óptima para retener a la horda persa en un paso tan estrecho y en apariencia infranqueable.

Leónidas fue advertido sobre el gran número de arqueros que poseía Jerjes. Heródoto de Halicarnaso indica que se le dijo a Leónidas que «sus flechas cubrían el sol» y «volvían noche el día». Dienekes, soldado espartano, consideraba el arco como un arma poco honorable, ya que evadía el enfrentamiento cuerpo a cuerpo. Fue entonces cuando pronunció su famosa frase: «Tanto mejor; lucharemos a la sombra».

Se dice que Jerjes, al toparse con los soldados griegos, supuso que éstos se marcharían al ver la magnitud de su ejército. Pasaron cuatro días y Jerjes, impaciente, envió un emisario exigiendo a los griegos que entregasen sus armas inmediatamente para no ser aniquilados. Leónidas respondió: «Ven a buscarlas tú mismo» (Μολων λαβε). Así dió comienzo la batalla.

En un principio el rey lacedemonio no pensaba que pudiera perder la batalla. Lo angosto del desfiladero anulaba la superioridad numérica persa, su mayor protección les permitiría aguantar los envites persas y el mayor tamaño de sus lanzas podría darles suficiente ventaja en una lucha cuerpo a cuerpo; así había sucedido en la pequeña confrontación de la Batalla de Maratón.

Inicio de la batalla

Fila tras fila los persas se estrellaron contra las lanzas y escudos espartanos sin que éstos cedieran. Gracias a la compacta formación lacedemonia, y a pesar de la grave desventaja numérica, Leónidas y sus hombres se opusieron a las oleadas de soldados enemigos con un número mínimo de bajas, mientras que las pérdidas de Jerjes —aunque minúsculas en proporción a sus fuerzas— supusieron un duro golpe para la moral de sus tropas. Durante las noches, Leónidas solía decirles a sus hombres: «Jerjes tiene muchos hombres, pero ningún soldado».

Frustrado e impaciente, Jerjes envió al frente a sus diez mil Inmortales, su fuerza de élite, llamados así porque cada vez que un Inmortal caía, otro corría a reemplazarlo, manteniéndose en la cantidad fija de diez mil hombres. Sin embargo, los resultados fueron los mismos. Los persas morían a cientos, la moral del ejército decaía y los griegos no mostraban signos de cansancio. La batalla continuó de esta forma durante 2 días. Fue entonces cuando Jerjes, abatido, recibió la ayuda que necesitaba.

La traición de Efialtes

Un habitante griego de la zona, llamado Efialtes, ofreció mostrarle a Jerjes un paso alternativo que rodeaba el lugar donde estaba Leónidas para acabar con su resistencia de una vez por todas. El afán de recompensa de Efialtes recibió un duro castigo, derivando su nombre en sinónimo de traidor en griego.

Sin dudarlo, Jerjes envió un importante número de sus fuerzas por ese paso. Este paso se encontraba defendido por los focenses, pero al verse sorprendidos durante la noche por los persas, fueron fácilmente barridos, sellando de esta manera la suerte de los defensores de las Termópilas.

Cuando Leónidas detectó la maniobra del enemigo y se dió cuenta de que le atacarían por dos frentes, reunió un consejo de guerra, donde ofreció a los griegos dos opciones: podían irse por mar a Atenas o permanecer en las Termópilas hasta el final.

Es en este punto donde Heródoto menciona su creencia de que Leónidas permitiera la marcha de los aliados influenciado por «la consulta previa que, a propósito de aquella guerra, realizaron los espartiatas al Oráculo nada más estallar la misma. La respuesta que recibieron de labios de la Pitia fue que Lacedemón sería devastada por los bárbaros o que su rey moriría. Esa respuesta la dictó a los lacedemonios en versos hexámetros y rezaba así»:

Mirad, habitantes de la extensa Esparta,
o bien vuestra poderosa y eximia ciudad es arrasada por los descendientes de Perseo, o no lo es;
pero, en ese caso, la tierra de Lacedemón llorará la muerte de un rey de la estirpe de Heracles.
Pues al invasor no lo detendrá la fuerza de los toros o de los leónes, ya que posee la fuerza de Zeus.
Proclamo, en fin, que no se detendrá hasta haber devorado a una u otro hasta los huesos.

Quedaron él, los lacedemonios y algunos tebanos. Mientras el resto de la fuerza que había decidido irse se retiraba hacia Atenas, los 300 soldados de la guardia de Leónidas y mil griegos leales (los tespios y los de Tebas) se quedaron a presentar batalla y resistencia hasta el final; la suerte estaba echada.

Al despuntar el alba del tercer día, Leónidas dijo a sus hombres: «Tomad un buen desayuno, puesto que hoy cenaremos en el Hades». Decididos a inflingir el máximo daño al enemigo persa, los griegos salieron a luchar a la parte amplia del Paso. Primero lucharon al estilo tradicional del hoplita, usando el escudo como defensa y la lanza como mortífera prolongación de su brazo. Cuando todas las lanzas se hubieron quebrado, echaron mano de sus espadas cortas, las temibles xiphoi, que cayeron sobre los persas como una infalible máquina de quitar vidas.

Cuando la situación se hizo ya irreversible, y la tenza propiciada por Efialtes se cerró sobre ellos, los espartanos se retiraron a un montículo, decididos a no dejar un sólo grano de arena sin manchar de sangre.

Fue tal el ímpetu con el que los espartanos lucharon que Jerjes decidió abatirlos de lejos con sus arqueros para no seguir perdiendo hombres. Leónidas fue alcanzado por una flecha y los últimos espartanos murieron intentando recuperar su cuerpo para que no cayera en manos enemigas.

La batalla duró 3 días y los persas consiguieron derrotar a los temidos espartanos, pero éstos ya habían retrasado notablemente el avance persa, diezmado la moral de su ejército y matado a miles de soldados.

Los persas, intrigados por el hecho de que hubiera un contingente tan pequeño de griegos, le preguntaron a unos supervivientes arcadios cual era el motivo: Estos les contestaron que toda Grecia estaba celebrando los Juegos Olímpicos, donde los ganadores eran obsequiados con una corona de olivo. Ante esto, los persas exclamaron:

"Contra qué clase de hombres nos habeis enviado a luchar!! No compiten por dinero, sino por su honor!!"

Se cree que ningún griego logró sobrevivir; pero la cultura popular se ha centrado más en el esfuerzo lacedemonio que en el de los 700 hoplitas de Tespias, ciudad que perdió en la batalla la casi totalidad de sus hombres y, por tanto, quedó indefensa y fue incendiada por los persas. Al año siguiente las mujeres y niños supervivientes tuvieron que dar la ciudadanía a extranjeros para poder subsistir; además esta ciudad-estado no tenía intrínseca la cultura belicista de los espartanos, por la cual las madres les entregaban el escudo hoplos con la frase «Vuelve con él o sobre él».

Según algunos historiadores solo sobrevivieron dos soldados espartanos de los que habían quedado en Las Termopilas, Alejandro y Antígono de Esparta. Por lo que se sabe estos dos hombres vieron la muerte de su rey y tras la lluvia de flechas se escondieron bajo sus escudos para aparentar que estaban muertos. Alejandro, más tarde, fue uno de los mejores guerreros de Esparta, pero no se le recordó como a otros héroes. Tras las Termópilas combatió en Platea, otra vez contra los Persas. Allí murió, tras recibir 4 flechas en el pecho.

Entrada en la leyenda

El sacrificio de los espartanos tuvo amplias repercusiones en la Grecia de la Antigüedad. Tal fue su fama que hasta el día de hoy es considerado como uno de los ejemplos máximos de sacrificio ante una tarea imposible, en la cual unos pocos valientes se opusieron a la maquinaria de guerra más poderosa conocida, y dieron sus vidas luchando por su tierra, su honor y su libertad. Es una de las batallas más memorables, decisivas y célebres que presenció el mundo, comparándosela tal vez con los Campos Cataláunicos, el sitio de Numancia, Cannas o Kadesh.

La hazaña fue recordada en una lápida conmemorativa escrita por el poeta Simónides, que decía así:

Ὦ ξεῖν’, ἀγγέλλειν Λακεδαιμονίοις ὅτι τῇδε
κείμεθα, τοῖς κείνων ῥήμασι πειθόμενοι

Oh, extranjero, informa a Esparta, si pasas por allí, que aquí hemos caído
defendiendo su ley.

Tan fuerte ha sido el eco de esta batalla que en varias ocasiones se ha dicho que, si la cultura occidental es como es, fue gracias al sacrificio de los griegos, y que, de no haberse producido éste, la Europa que hoy conocemos tendría una cara bien diferente.

No hay comentarios: